Algo sobre mi

Mi foto
Spain
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Antonio Machado.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

lunes, 28 de septiembre de 2009

Mi fragilidad



¡Cuánta resistencia!, ¡cuánta lucha!, ¡cómo me asusta mi fragilidad...!
Ahora me doy cuenta de que, no se dónde, ni cuándo, ni de quién, entendí que hay que defenderse, evitar sentir que necesitas a otro, eso es signo de debilidad, de dependencia, de inferioridad...
¡Qué angustiosa lucha llevo dentro!... tantas regañinas, reproches, exigencia... ¡cuánto dolor!.
Me entristezco profundamente ahora, al ver con perspectiva cómo me trato en ocasiones, como un padre autoritario, duro e inflexible que no entiende ni permite que haya una parte de mi tierna, sensible, frágil que te necesita...
Necesito tu mirada, tus caricias, tus palabras, tu confort ese que solo llega y me envuelve cuando tú me abrazas, necesito que me cuides, necesito que me quieras... ya que no soy tan fuerte como me empeño en aparentar... Ya que me siento muy sensible, insegura, miedosa, orgullosa también... tanto que con un ligero soplo me tambaleo, me mareo, me despisto y creo que me derrumbo...
Me da tanta vergüenza necesitarte, me da tanta vergüenza mi propia fragilidad que la tapo en un intento de protegerme de esos tambaleos, los que yo misma me propino...
Me da frio no tener encima mi manta protectora, y creo que todo me va a doler, así desnuda... pero también así te siento tanto... me das tanto calor ahora que realmente me tocas a mi, ahora también es cuando yo te siento a ti.

Gracias por estar ahí.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Sin más.... siendo




Plenitud en la sencillez, cigarro, te y música.
Felicidad completa, disfrutando de mi compañía.
Incienso en el ambiente, aspiro, entra en mí y el placer recorre mi cuerpo.
La música me transporta, y de pronto ¡un escalofrío!
Sonrío, respiro, palpito: pienso en ti.
Todo en su lugar, yo en mí, sin más, siendo, sintiendo.
Vibro llena, satisfecha.
Atrapo en estas líneas tan emocionante momento.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Soltar...



¡Qué maravillosa sensación cuando consigo sentir la confianza en la vida suficiente para soltar!...
La suficiente fe en el orden del universo, en mi misma como para relajarme y vivir cada día como el único, cada momento, sin esperar que nada ni nadie vengan a salvarme.
Hoy no lo necesito, hoy creo en mi, hoy creo en la vida y en su fluir, hoy vivo el instante sin pedir nada, hoy confío en que la vida me irá trayendo lo que me toque y hoy confío en mi para ir viendo, estando, atravesando y seguir creciendo con eso que la magia del universo tenga previsto para mi.
En realidad es con lo que cuento, ¡que no es poco!, me tengo a mi, con lo que supone eso, tras lo vivido y lo aprendido y me ilusiona imaginar ¡qué tendrá el universo preparado para mi!.
En ocasiones le he pedido al universo, y alguna vez me lo ha dado de inmediato, yo creo que es cuestión de saber pedir.
El otro día tumbada, reflexionando comencé a pensar qué pedir, ¿amor?, ¿dinero?, ¿salud?, ¿aventuras?... pero hubo algo que me detuvo, todo me parecía banal, ¿Cómo voy a pedir algo así tan concreto? no se, me dio por pensar que no se trataba de pedir así a la carta, me imaginé que si pidiera amor y me lo concedieran sería descafeinado, de pronto sentí que estas cosas llegan cuando y como tienen que llegar, que hay que caminar y llegar a ciertos lugares interiores para estar preparado y entonces van llegando nuevas situaciones, nuevas personas...
Así que pido luz que me ayude a alumbrar en los lugares más oscuros, fuerza interior para afrontar lo que acontezca y mucha fe para entender y creer en el orden universal de las cosas...

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Sueños

Dulces sueños que me animam,
castillos de arena en la ventisca.
¿Con qué construir los cimientos,
que agarraros al suelo os harían?

domingo, 6 de septiembre de 2009

FALTAN FUERZAS

Baja Moral, baja energía, seriedad, pesar, cansancio, distracción, falta de concentración, sueño, tristeza…
Qué difícil es estar aquí, así, qué difícil es aceptar lo que hay cuando lo que hay es duro, doloroso, pero hoy no tengo fuerzas ni de huir, aunque por momentos pego un respingo como para recolocarme.
No se qué es mejor, si dejarme en la emoción, animarme, transformar los pensamientos en positivos, no pensar, salir, hablar del tema, hablar de otra cosa, callar.
Ahora siento que es algo más grande, algo más allá de él… no lo identifico, no pongo mucho ímpetu tampoco.
Que sea algo más grande, algo mío más allá de él me gusta, me da esperanza, me centra.
Siento desesperanza, no se si se dónde estoy metida, no se si tengo consciencia del alcance de lo insana de mi situación.
No se si es insana, si me estoy haciendo mal, si me estoy engañando, si me estoy escondiendo porque no quiero resolver, porque me da pereza, miedo, me desagrada.
Hoy tengo dudas de si estoy haciendo lo correcto para mí, si no me estoy comportando infantilmente y evitando la situación.
Por otro lado parece justamente lo contrario, precisamente no estoy evitando la situación estoy viviéndola sin irme, sin huir.
Hoy me faltan fuerzas, las dudas me incomodan, me angustian, me vapulean, me pinchan…
Hoy me falta fe.
Solo deseo que sea parte del proceso, una fase más que me acerque a la resolución.
¿Es posible lo que me he propuesto?
Me siento sola, indefensa, perdida…
Hoy todo se me hace un mundo, lo siento pesado, insalvable, me ahogo.
¿Cuánto haré yo para que sea así?, ¿no lo enfoco bien?, ¿no me se salvar?
Hoy me siento perdida en la corriente, sin nadar, no se a dónde, pero incómoda por verme arrastrada en una dirección que no siento que he elegido.
Siento que lo estoy haciendo tan mal, eligiendo tan mal… tan niña, tan poco práctica, tan irresponsable y parece tan obvio para el resto, para el que mira desde fuera que me ahoga la vergüenza.
Ayer sentí mucha vergüenza, que salve con rebeldía y justificaciones, se me movieron los pilares, no iba bien arraigada y todo me afecto mucho. Me comparé, busque qué dar, y solo encontré ruinas, y me las señalaron y me dijeron cómo salir, pero yo no se si quiero salir, me dio vergüenza, me sentí obligada a hacer algo, a claudicar, a darles la razón, sintiendo un hondísimo pesar. No me sentí comprendida, no me sentí acompañada, no sentí soporte. Y como despedida me pidieron que llevara algo construido para la próxima reunión. Me sentí tan juzgada, tan de otro mundo.
Ya iba triste, lenta, pesada, lejana, sin fuerzas…
Siento que pierdo el norte, la zanahoria, el proyecto… me siento desalentada, triste, cansada.
Hoy me faltan fuerzas.
¿Será ahora cuándo más fe deba tener?, ¿cuándo el tirón sea psicológico?, ¿habré llegado al kilómetro 30?

Barrera Psicológica




Los corredores de fondo cuando se entrenan para una maratón jamás lo hacen corriendo lo equivalente a la prueba en distancia y tiempo. Sino que corren en tramos bastante más cortos en kilómetros y tiempo a la prueba real, así van ganando fondo y preparan su físico para la dura prueba. Una vez en la maratón, llega el momento de rebasar el tramo máximo recorrido en los entrenamientos, en ese momento el cuerpo por pura inteligencia corporal, comienza a enviar toda clase de señales para que el corredor pare, dado que nunca ha rebasado ese límite. Es en este punto dónde el corredor ha de traspasar esta barrera psicológica y confiar en que su cuerpo es capaz de aguantar más de lo materialmente probado, siendo el mayor esfuerzo el psicológico. Evidentemente que esta creencia se basa en un largo entrenamiento anterior a la prueba, con lo que la capacidad física para superar dicha barrera es real, no se trata de alguien que se pone a correr el primer día.
No obstante me quedo con la idea de la fuerza de la fe, la fe en uno mismo y en sus capacidades. El cuerpo es muy inteligente pero creo que también carece de ese más allá (espiritualidad, si se puede llamar así, a mi me gusta hacer esta analogía) que si que tiene la parte emocional, el físico es práctico, acción-reacción.
Con lo que me quedo de todo esto es con que cuento con el recurso de la fe, de que si creo en mi y en mis recursos y no me dejo asustar por las alarmas físicas que me señalan límites (angustia, miedo, bloqueos...), si esos límites los entiendo como insalvables, en vez de como mecanismos ahorradores y no inversores: me atreveré, me arriesgaré confiando en que este esfuerzo de seguir no supondrá mi final, sino una oportunidad para llegar a puertos nuevos, para llegar a la meta de esa maratón. Y después, ¿quien sabe?, vendrán nuevas maratones, nuevos retos, a los que nos atreveremos afrontar ya que nos hemos vivido superando retos anteriores. Querer llegar más lejos, más alto, querer superarnos a nosotros mismos me parece un gran motor.

Elipses




Movimientos elípticos en mi cabeza, recorridos sin fin ni sentido, vueltas y vueltas sobre lo mismo, por aquí ya he pasado… 
Centrifugado de lavadora, incansable, mareante, ruidosa, temblorosa… 
¿Qué hay de placentero en ello?, algo habrá que no salgo de ahí, que vuelvo una y otra vez, repitiendo movimientos, pasos, en un baile rítmico, circular, que me deja agotada, mareada, confusa, perdida y ansiosa. 
¿Me exijo demasiado?, ¿es necesario el baile?, ¿no hay otra forma de bailar? 
Quiero salir ya de la sala de baile, quiero abrir la puerta y caminar hacia otras estancias, respirar nuevos ambientes, caminar lentamente o saltar a pasitos cortos, o deslizarme… cambiar el movimiento. 
Quiero soltarte, ya no bailas más conmigo y yo, aún, trato de asirte con mis giros. Estás pero ya no bailas conmigo. Quiero aceptarlo, quiero liberarme, quiero poder bailar sola, o en compañía o sentarme a descansar o tomar un refrigerio al fondo de la sala. 
Quiero poder moverme libremente por toda la sala, por todas las estancias por todo el edificio por toda la comarca, sin ataduras, yendo y viniendo, a mi propia elección. 
Y sí, es más difícil soltarte siguiendo ambos en la misma sala, viéndote salir, entrar, bailar, sentarte, me cuesta no seguirte con la mirada, sigue nuestro baile en mi cabeza… pero solo ahí en mi cabeza. 
Qué difícil es encontrar el equilibrio, llegar a ese término medio, ni bailar juntos ni dejar la sala de baile para siempre, sino quedándonos ambos, aprender a hacerme mi propio espacio sin entorpecer y compartiendo, incluso quién sabe si algún día bailemos de nuevo un baile nuevo.

… Cambiar el modo de comer algo es como degustar un nuevo manjar…

Hablar hablar y hablar

Sí, no hay otra manera, solo hablando puedo sacar lo que me perturba dentro eso que un día surge, una emoción, una frase, una idea y que necesita que se le de salida porque de otra manera sigue ahí, dentro de mi y va creciendo, se remueve incómoda y me incomoda a mí, incluso duele. Cada día que pasa parece más aterrador el momento en que lo deje salir, ¡se me verá!, ¡me descubriré! y entonces mil rayos caerán del cielo, la tierra retumbará y se abrirá bajo mis pies, entonces todas mis emociones se unirán en un terrible remolino incontrolable y será el peor momento de mi vida.... ni mucho menos.

No me canso de comprobar que cuando me abro, cuando consigo juntar la suficiente valentía para dejar salir lo que tanto necesito decirte siempre me encuentro conque me libero, me encuentro contigo como de ningún otro modo lo consigo, de pronto nada es tan grave, ni tan dramático, ni tan horrible como en mi poética fantasía.
Incluso en las confrontaciones más intensas, con las personas más importantes para mi en ese momento, hablando sobre los temas más aparentemente escabrosos y difíciles surge la magia de lo humano y ¡Chás! de pronto nos convertimos en un ser humano hablando con otro ser humano sobre sus más que dignas necesidades, preocupaciones, torpezas, confusiones y un largo etc...

Y es mágico para mi porque incluso cuando te he tenido delante y me has dicho lo que en mis peores pesadillas sufría imaginando que me dirías, en ese momento tan real, tan puro, tu honestidad me libera, no se cómo, en ese preciso instante es como si me sintiera a mi misma más que nunca y se produce una especie de comunión espiritual conmigo en la que me acompaño de tal manera, me reconforto, me entiendo, me sostengo tan instintivamente que... no se acaba el mundo... ni mucho menos.

Aunque eso si, cada vez que me encuentro de nuevo en la encrucijada, el primer instinto es comenzar a construir castillos en el aire de muerte y destrucción y es tal el miedo, que retengo los caballos ya casi desbocados consiguiendo enfurecerlos más... y me vuelve la palabra soltar. Sí, cuando consigo confiar lo suficiente en mi, respetarme y amarme tal y como soy tal y como siento sin juicios, entonces me atiendo de verdad, porque es lo que hay, es lo que en ese momento tengo, lo que soy.

Para mí es muy importante antes de abrirme a alguien tener claro las motivaciones que me llevan a ese acercamiento, dado que en muchas ocasiones es más un movimiento desesperado por dejar de sufrir, por quitarme el agobio, la angustia, la frustración de dentro que voy y te lo vomito... ahí no hay magia, no hay comunión... ni mucho menos.

Y ¿cómo se sostiene tanto malestar?, pues yo voy aprendiendo a hacerlo parándome, es como hacer un kit-kat en el que me digo: - Bueno espera un momento, hablemos... y entonces me pregunto qué es realmente lo que quiero, lo que busco con esa apertura que pugna por realizarse. La música es mi gran aliada ahora mismo, pongo música para el alma, de esa que te arrulla, te mece, te calma... me tumbo, me pongo las manos en el estómago o en el corazón, o en la cabeza, lo que pida más calorcito y cierro los ojos y me quedo conmigo, con lo que haya, no pasa nada yo estoy aquí conmigo...

Entonces surge lo más blandito, lo que necesita de verdad mis mimos, sale despacito medio tímidamente, confiando que lo escucho, me escucho y así consigo saber realmente qué necesito, y lo hago con tanto cuidado y tanto amor que cuando se lo comunico al otro, cuando te lo comunico entonces sí hay magia, porque me trato con el cuidado, respeto y amor suficiente para que tú me cuides, me respetes y me ames como sea que tu lo hagas.

El verdadero regalo es llegar a experimentar el amor puro que siento en ese momento por mí.

LUZ EN EL CAMINO


Blanca luz cegadora,
ilumíname el camino,
que vislumbro en la penumbra
Y no consigo hacerlo mío.
Guíame con tus rayos,
viejos amigos conocidos,
que tantas mechas encendieron,
y sin sombras dejaron el recorrido.