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Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Antonio Machado.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Cóctel



No hace mucho escuché la idea de que la vida es una sucesión de crisis y, de vez en cuando, algún respiro.

Me doy cuenta que me resisto a esto, me resisto mucho a sufrir y creo que así lo que consigo es una lucha sin fín que me crea sufrimiento...
Me siento como una coctelera llena de ideas, creencias, lecturas, pensamientos y todo ello bien agitado.

Ahora mismo siento que el cúmulo de conocimiento, y todo lo nuevo que voy descubriendo en mi trabajo personal, junto con la práctica de la escucha interna me tiene en un estado de agitación permanente...(hoy estoy muy cansada).
O quizá estaría mejor decir: Me agito con los nuevos conocimientos que voy adquiriendo, los nuevos descubrimientos que voy haciendo en mi trabajo personal y con lo que escucho de mi interior.
-¿Para qué?.... pues supongo que quiero hacerlo lo mejor que pueda con todo ello. -¿Lo consigo?, no.... me parece obvio, llegado a este punto, decirme: -Pues relájate y no trates de hacer nada, solo vive el momento....
-Ya, pero ¿eso cómo se hace?, no consigo apaciguar mis pensamientos....

Bueno yo misma lo escribí el otro día: Meditación.

... Ahora me doy cuenta de que no se si quiero parar la cabeza, no tanto si puedo...

Quiero dejarme caer, descansar, y a la vez me aterra y me pongo tensa para que no se me escape nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Déjate caer!, destensa tus pensamientos, y comprobaras que no pasa nada, que todo continúa en su lugar y tú ¡descansada! pensaras mejor, podrás discernir lo que te conviene.
Con tanta atención, control y tensión, se pierde la frescura de la observación, desde donde podrás deleitarte con el paso sutil del tiempo: podrás comprobar que con la mente despejada todo aprendizaje es más fructífero, dando te cuenta de que no se te escapa nada.
Leí en algún lugar una “cuento”: Eran dos montañeros, que se le hizo de noche mientras hacían escalada libre, quedándose atrapados en una cornisa donde no podían ni quedarse de pie, por lo que se mantenían colgados de sus manos y apoyados malamente con la punta de sus botas, pasaba el tiempo y cansados les entraron dudas, si soltares y caer a ver que pasaba o aguantar y terminar congelándose, uno de ellos pensó que se arriesgaba y se soltaría ya que de todos modos morirían, el otro no quiso arriesgar y pensó que aguantaría.
El primero, se soltó y el que se quedo colgando escucho un golpe, pensó, (se mato) lo llamo y no le respondió.
Al amanecer los servicios de rescate se encontraron a los montañeros, uno bajo un saliente con un brazo roto y un fuerte golpe en la cabeza y a unos 60 centímetros más arriba al otro congelado y colgado de la cornisa.
¡”Descuélgate” y veras que sucede!